Villegas, Alberto de (1897 - 1934)
Este autor también es conocido como Alberto de Villegas Pérez
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Cuentista y periodista. El único hijo de Carlos de Villegas y de Claudia Pérez de De Villegas. Nació en La Paz (Bolivia) el 5 de octubre en 1897, y murió el 10 de noviembre de 1934, en el hospital de Cucurenda, durante la Guerra del Chaco (1932-1935), para la que se había enlistado a principios de ese año.
Realizó sus estudios escolares en el Colegio de los Jesuitas (actualmente San Calixto, en La Paz). En 1914 inició la carrera en Leyes en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) de La Paz, y comenzó a escribir para El Comercio de Bolivia. En 1917 se graduó con la tesis «El concepto de la guerra ante el derecho internacional» y se inscribió en el Partido Liberal. En 1920 inicia su carrera diplomática; su primera misión fue como secretario ad-honorem ante la Santa Sede, con legación establecida en París. En enero de 1921 es adscrito a la legación en Francia. En abril de ese año es nombrado delegado de Bolivia ante la Comisión Interaliada de Reparaciones. De este son los artículos «La ciudad de la montaña fecunda» y «La nostalgia del Inca Garcilaso» (publicado en La Nación de La Paz). Amadeo Legua, amigo suyo en París, lo sitúa en 1922 instalado en el barrio Ternes de la ciudad, en el distrito XVII, junto a su amiga Popó. A propósito de Amadeo Legua, se sabe muy poco y los cabos sueltos nos permiten también construir la vida de esta figura: narrador quizás valenciano, amigo del pintor español Juan Gris, y del boliviano Tristán Maroff para quien, de hecho, compone el epílogo de El ingenuo continente americano.
Publica ese año «L’ame de la race. Triptique bolivien» en La Revue de l’Amerique Latine; un fragmento traducido de ese artículo, El Palacio Quemado, fue luego publicado en Bolivia.
En noviembre de 1922 es designado segundo secretario adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores y Oficial Primero interino de la Sección de Propaganda y Culto, en la Cancillería en La Paz. En diciembre de ese año, es designado jefe de la Sección Diplomática. En julio de 1923 es designado director a. i. de Protocolo en la Cancillería. Recibe en febrero de 1924 la Condecoración de Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor de parte de la Legación de Francia en Bolivia. Ese año, en diciembre, es designado director de Protocolo ad-hoc, para recibir a los embajadores Justo, argentino, y Pershing, norteamericano.
En febrero de 1925 se le designa como titular del cargo director de Protocolo. Este cargo cambia al de Introductor de Ministros en abril. De este año es la publicación de su primer libro: La campaña de plata. Interpretación mística de Potosí, libro que reeditó el Fondo Cultural del Banco Central de Bolivia en 1989.
En 1926 es designado secretario de la legación boliviana en Bélgica, con sede en Bruselas. Habiéndosele advertido que era riesgoso el viaje en barco con un embarazo avanzado de su esposa Sofía, los jóvenes partieron, pasando por Brasil a visitar a la hermana de ella y continuando viaje a Europa. Sofía murió de parto en París y la niña nacida viva falleció luego de algunos meses. Las dos fueron enterradas en aquella ciudad. De Villegas permanece en Europa desempeñando el cargo en Bélgica durante 1927. En octubre, recibe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Bélgica la condecoración de Oficial de la Orden de Leopoldo. Escribe en ese tiempo «El alma múltiple y eterna de Bélgica», «Paisajes de Flandes. La torre que canta» (para El Diario), «Paisajes de Flandes. Pintores modernos de Bélgica» y«“Una tarde en Beloil. La sombra amable de Carlos José de Ligne, príncipe de la Europa francesa», dedicado a su amigo Adolfo Ballivián, embajador en Bélgica. El Diario publica en abril la crónica «Gómez Carrillo y Raquel Meller. Recuerdos íntimos». Esta crónica y algunas que se publicaron luego en Sombras de mujeres remiten al temple cosmopolita de De Villegas, relacionado con intelectuales y artistas en Bélgica y Francia, y a su ya establecida figura dandi. También para El Diario, y seguramente de esta misma época es: «La China es un país encantador. Quince minutos con Pierre Daye antes de la publicación de su primer libro». En diciembre de ese año muere don Carlos de Villegas y Alberto vuelve a Bolivia, a hacerse cargo de la directiva del Hogar de Huérfanos Villegas.
Ya en La Paz, en 1928, publica Memorias del Mala-Bar, reeditado por Alberto Crespo en 1981 y por Antonio Paredes Candia en 1983. En esta reedición se establece que se publicaron 50 copias de Memorias, marcadas de la siguiente manera: «De A a E para el uso del autor, de I a XXV destinadas a las amigas del Mala-Bar, de 1 a 20 para los suscriptores». Varios investigadores han estado detrás de alguna copia de esta primera edición, sin suerte. Se tiene noticia que fundó el bar americain Mala-Bar en el Prado, y que tuvo que cerrar en poco tiempo por la dura crítica social. Entre 1928 y 1930 estuvo encargado de las columnas «La nota del día» y «El eco del día» en El Diario. Se trata de material referido sobre todo a las actividades sociales y culturales del tout Paris paceño.
En 1929 publica Sombras de mujeres. Este libro y Memorias del Mala-bar son designados por la crítica como libros del dandi. Ese mismo año se da un viraje interesante en el decurso intelectual de De Villegas: comienza a desenvolverse en los círculos arqueológicos e indigenistas de La Paz, vinculándose a Carlos Posnanski y a otros intelectuales de esa vertiente. Entre 1929 y 1930 es director del Museo Nacional de Tiahuanacu. En 1930 forma parte (con otros 11 miembros) de la fundación de la Sociedad Arqueológica de Bolivia, que se realiza en acto ritual en el Templo del Kalasasaya en Tiahuanacu, al amanecer del equinoccio primaveral austral, el 23 de septiembre. En abril de ese año El Diario publica un texto sobre Maurice Barrès («uno de los hombres más representativos de la literatura francesa contemporánea»), leído por De Villegas en El Ateneo.
En 1931, auspiciado por Los Amigos de la Ciudad y en colaboración con Posnansky y María Frontaura Argandoña, organiza La Semana Indianista, cuyo programa incluye actividades artísticas, musicales y conferencias sobre arte andino. El inicio de actividades incluye una romería a las ruinas de Tiahuanacu, siempre bajo la guía de Posnansky. De esto modo, De Villegas está plenamente inscrito en el indianismo arqueológico cultural de los años 30, que recobraba el pasado tiahuanacota para pensar un futuro boliviano más prometedor, todo ello en el centro mismo de la discusión sobre el tema de la nación –que no ocupaba sólo a Bolivia, sino al continente–, habiéndose dado el Centenario de la República en 1925 y aproximándose la conflagración contra Paraguay (de la Guerra del Chaco). Publica en febrero de 1931: «Hacia la emoción autóctona» en El Comercio de Cusco, artículo en el que relata la llegada a La Paz de miembros del Centro Nacional de Arte e Historia del Cusco; también escribe, sobre la misma visita, «La embajada cuzqueña», donde registra su encuentro con Gamaliel Churata. Se sabe que él mismo viajó a Cusco en 1930 o 1931. Publica también «Villamil de Rada, el Iluminado» (marzo, El Diario), «El alma indígena» (vol II, Boletín Geográfico de la Biblioteca Universitaria Misael Saracho de Oruro).
En 1932 se lo conoce como un gran anfitrión, en el contexto de su trabajo en la Cancillería: se hizo cargo de la recepción de personalidades internacionales, entre las cuales se encuentra el pintor franco-japonés Foujita, al que conoció en sus años parisinos. Entre junio y julio de ese año, él y Posnansky son enviados por el Ministerio de Instrucción a supervisar las excavaciones de la Misión Bennett Phillips del Museo Nacional de Historia Natural de NY en Tiahuanacu. Luego del trabajo de la Misión, Posnansky dirigió la excavación que dio con el ahora denominado Monolito Bennett, el que De Villegas describió como «el más grande de cuantos se conocen en Sudamérica». El gobierno de Daniel Salamanca Urey (1931-1934) y en plena Guerra del Chaco decidió trasladar la pieza a La Paz, y así se hizo en julio de 1933, tras intensa polémica. En misiva al ministro de Instrucción, Rodas Eguino, De Villegas reclamó que se trasladaran los restos del recientemente fallecido poeta Ricardo Jaimes Freyre en Buenos Aires, antes de trasladar la «estatua prehistórica».
En los primeros meses de 1934 se presenta el escenario de guerra, al sur del país. Existe una carta dirigida a Gustavo Adolfo Otero, de julio de ese año, en la que narra la trama de Gualamba, novela que está escribiendo en el Chaco y que refiere «una visión retrospectiva y actual del Chaco». El 10 de noviembre muere enfermo en el hospital de Cucurenda. El 29 de diciembre de 1935 se realiza su entierro en La Paz. En 1936, la madre del escritor, doña Claudia Pérez vda. de Villegas, le pide a Juan Francisco Bedregal, escritor y jurista boliviano, entonces rector de la Universidad Mayor de San Andrés, su colaboración para recoger todo lo escrito sobre su hijo durante su vida y a su muerte; de ahí surgió el bello libro Alberto de Villegas. La Paz 1897-Gran Chaco 1934. La señora, además, pasó los materiales que había dejado atrás su hijo al Archivo de La Paz, al historiador Alberto Crespo; este es el contenido de la Caja Alberto de Villegas del dicho Archivo.
Bibliografía consultada:
Caja Alberto de Villegas, Archivo de La Paz, Bolivia.
Morelli, Gabriele, Juan Gris y la vanguardia literaria hispánica, prólogo de Juan Manuel Bonet, Madrid, Cátedra, 2022, pp. 9-14.
Autor: Ana Rebeca Prada
*Agradecemos a Mary Carmen Molina por los documentos que ha aportado para la BPB
Fecha de publicación: 2023.