Escritor, narrador, periodista y diplomático. Nació el 11 de abril de 1917 en La Paz (Bolivia), y falleció en la misma ciudad el 9 de mayo del 2004. Hijo de Armando Botelho Nuñez del Prado y Carmela Gosálvez Salinas. Estudió en los colegios San Calixto y Ayacucho, de su ciudad natal, para luego ingresar a la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Participó en la Guerra del Chaco (1932-1935), en los servicios de sanidad y transporte. En 1937 fue profesor en la Escuela Normal de Warisata, bajo la dirección de Elizardo Pérez. En 1940 ingresó al servicio de Relaciones Exteriores de Bolivia, en el que desempeñó una larga y notoria carrera. Fue director de cooperación internacional, fundó la Comisión Nacional de UNESCO –de la que fue secretario permanente–, fue director de la Biblioteca y director del Departamento Político y Diplomático de la Cancillería Boliviana.
Sus servicios fueron requeridos después en el exterior del país: fue Primer Secretario y Encargado de Negocios en Paraguay (1943-1945); Primer Secretario y Encargado de Negocios en Uruguay (1946-1950). En 1952 pidió su pase a disponibilidad y retornó al Uruguay, en cuya capital, Montevideo, trabajó como periodista y formó parte del directorio del periódico El País y fue editor de El Plata, además de profesor en la Escuela Municipal de Arte Dramático, dirigida por Margarita Xirgú. En Uruguay ganó el Premio Nacional a la Crítica de Arte (1956). Cabe resaltar dentro, de su faceta periodística, que en 1943 fue director de la revista Kollasuyo, en la ciudad de La Paz.
A su retorno a Bolivia se reincorporó al servicio diplomático y, desde 1960 hasta 1985, ocupó diversos cargos, entre los que sobresalen: Embajador del Consejo Consultivo de Relaciones Exteriores, Cónsul en Chile, director general de Organismos Internacionales, Embajador en Yugoslavia, Embajador ante la UNESCO, Embajador en Paraguay, Cónsul en Perú y Embajador en Ecuador. Entre 1978 y 1979 fue Ministro de Relaciones Exteriores y Culto. En marzo de 1979 ejerció, de manera interina y durante una semana, la presidencia de Bolivia.
Raúl Botelho fue un prolífico escritor: a los 20 años de edad (1937) ganó el Premio Nacional de Literatura con su novela Borrachera Verde, reeditada en quince ocasiones. Publicó más de 30 libros de diferentes géneros: cuento, novela, teatro y ensayo; entre los que destacan: Cuentos bolivianos (1940), El hombre y el paisaje de Bolivia (1940), Coca (1941), Altiplano (1945), Temple y abolengo de la ciudad de La Paz (1948), Potosí colonial: historia y fantasía (1948), Vale un Potosí (1948), Tierra Chúcara (1957) –traducida al francés–, La Lanza Capitana (1961) –Premio Nacional de Teatro–, Los toros salvajes (1965), El Tata Limachi (1967), Vendimia del viento (1967), La misión Jaimes Freyre en Chile (1969), Con la muerte a cuestas (1975), La revancha y otros cuentos (1987), Ensayistas paceños (1988), Cuentistas paceños (1988) y el El sargento Condori (1997), entre varias otras.
De manera póstuma, y con el auspicio de la Academia Boliviana de la Lengua, el escritor Mariano Baptista Gumucio editó El corregidor Miguel de Cervantes en La Paz: y otros textos (2005), libro de Botelho que incluye apreciaciones sobre el autor y ensayos dispersos de su autoría. La crítica le reconoce calidad en todos los géneros que cultivó destacándose por su análisis de la temática social boliviana. Fernando Diez de Medina afirma que en su novela Altiplano (1945), Botelho, vigoroso e inspirado narrador, da «un retrato fidedigno del indio aimara».
Sobre su estilo narrativo escribe Augusto Guzmán: «es uno de los prosadores mejor definidos de nuestra época, con la singularidad notable de que, a los 20 años, edad de la indecisión estilística, él ya había encontrado el metal genuino de su expresión literaria y muy poco tenía que aprender de otros. Su destreza narrativa es cosa de espontaneidad innata. Posee el don de la insinuación plástica y del colorido eufónico. Sus primeras obras padecen de exacerbación sensual».
Sobre su obra escribe Édgar Ávila: «agudo observador de la realidad social, hábil y empeñoso trabajador del lenguaje […]. La exterioridad plástica de la realidad le subyuga como tema de sus ejercicios metafóricos y de sus brillantes descripciones, sin abandonar la reticencia de las frases hechas y las connotaciones narrativas tradicionales, común a todos los narradores bolivianos. Dejando a un lado el pintoresquismo, sus obras están en un nivel más elevado –estética y conceptualmente– que muchos de sus contemporáneos».


Bibliografía consultada:
Ávila Echazú, Édgar, Resumen y antología de la literatura boliviana, La Paz, Gisbert, 1973, pp. 518-524.
Guzmán, Augusto, Panorama de la novela en Bolivia, La Paz, G.U.M, 2013, pp. 101-104.


Agradecemos a la familia (particularmente a María Cristina Botelho Mauri) por el curriculum que nos proporcionaron para la composición de esta entrada biográfica.

Autor: equipo de la BPB.
Fecha de publicación: 2023.