Ávila y Ávila, Federico (1904 - 1973)
Este autor también es conocido como Federido Ávila
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Historiador, narrador, ensayista, pedagogo y periodista. Nació en Tarija (Bolivia), el 12 de septiembre de 1904 y falleció en la misma ciudad el 12 de junio de 1973. Hijo de Justo Ávila Baldivieso y Concepción Ávila Berdecio. Fue bautizado como Leoncio Federico, y fueron sus padrinos el historiador Luis Paz y su señora esposa. Salió bachiller del Colegio Nacional San Luis (Tarija) en 1922 y fundó, a esa temprana edad, el periódico Collasuyo, en el que publicó sus primeros escritos.
Escribe Josep Barnadas (2002): «Su formación, rara para su tiempo, transcurrió respectivamente en las Universidades de Buenos Aires, donde estudió y se doctoró en Filosofía y Letras, y La Plata, donde cursó Derecho (1923-1927)». Importante mención – durante su estadía en La Plata–, fue la fraternal amistad que entabló con el historiador argentino Ricardo Rojas (rector por entonces de esa superior casa de estudios), a quien tanto, el mismo Ávila, como varios de sus biógrafos y críticos, reconocen una decisiva influencia sobre el autor. En 1929 contrajo matrimonio con Elsa Echazú, de cuya unión nació el también polígrafo, Édgar Ávila. En 1937 se casó con Adalia Menacho, y, en 1951, se unió en terceras nupcias con Rhina Pino, con quien tuvo cinco hijos más.
Federico Ávila es ampliamente reconocido como una de las figuras intelectuales más importantes de su época, no solo por su prolífica producción literaria sino por sus largos y permanentes estudios de investigación en los campos histórico, geográfico, geopolítico, sociológico, pedagógico y arqueológico; estudios multidisciplinarios que afloraron de su vasta cultura y su transitar en acreditados archivos, bibliotecas, hemerotecas y museos, tanto de Bolivia –en especial en el Archivo Franciscano de Tarija–, como de varios países de América y Europa.
Durante más de 4 décadas se dedicó a la educación secundaria y superior, ejerciendo como profesor de Literatura, Filosofía, Historia y Ciencias Naturales, en el nivel secundario, de los colegios Ayacucho, (La Paz, 1927) y San Luis (Tarija, 1928-1932). Entre 1937 y 1940 dictó también cátedra en las materias de Geografía Económica e Historia, en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), en la ciudad de La Paz. Gestó la creación de centros educativos, entre ellos: el Liceo de Señoritas La Paz (1927), en la sede de gobierno, y el primer Liceo de Señoritas de Tarija (1931), que lleva hasta hoy el nombre de la escritora «Lindaura Anzoátegui de Campero». En 1942, después de la muerte de su padre, volvió a su ciudad natal y fue nombrado director de la Biblioteca Municipal Tomás O’Connor D’Arlach (1944-1946), ordenando y catalogando los documentos, libros, manuscritos, folletos y toda clase de publicaciones de ese repositorio cultural.
Su pasión por las letras lo llevó a escribir para numerosas publicaciones, como la Revista de estudios históricos de América y el Boletín Antoniano, además de colaborar en los periódicos El Diario, Presencia y La Razón, de la ciudad de La Paz, y en Los Tiempos, de Cochabamba. Uno de sus mayores méritos fue motivar y convocar a las personalidades y autoridades de su ciudad natal para fundar la Universidad Libre Juan Misael Saracho (1946), de la cual fue su Primer Magnífico Rector. Fue fundador y presidente de la Sociedad de Historia y Geografía de Tarija (1929-1932), y fue nombrado, por Arthur Posnansky, miembro corresponsal de la Sociedad Arqueológica de Bolivia (1932).
Diplomático de larga trayectoria, Ávila cumplió funciones en Argentina, México, Paraguay, Francia e Italia, ocupando, además, los cargos de: secretario de la Sección Límites; asesor, director de Tratados y Convenios; y director del Departamento Consular en la Cancillería Boliviana. Durante varios años investigó los archivos históricos referidos a los límites geográficos internacionales de Bolivia, en particular con las repúblicas de Argentina y Paraguay, por lo que en 1935 fue comisionado a la ciudad de Buenos Aires para la Defensa Jurídica del Chaco Boliviano.
El año 1939 fue designado director de Comercio Exterior del Ministerio de Industria y Comercio y, como tal, presidente de la Comisión Comercial Industrial de Bolivia, en la ciudad de Asunción, capital del Paraguay. Durante sus años de labor diplomática no cesó en su labor académica, fue nombrado miembro correspondiente de la Academia de Historia Argentina; miembro correspondiente de la Academia de Historia, y miembro del Ateneo de Ciencias y Artes de México; además de miembro correspondiente de la Academia de Historia del Paraguay.
Como narrador sobresalen sus novelas: La Suiza Americana (1945), Montañas adentro (1953), La prima Elvira (1958), La señorita Kant (1966), y Los últimos Gutiérrez (1970), entre otras. Cercano –en su faceta de historiador y geopolítico– a los postulados de Jaime Mendoza, escribió varios libros que contribuyeron a lo que hoy se conoce como la escuela socio-literaria de la «Mística de la tierra», a la que también aportaron Roberto Prudencio, Guillermo Francovich y Fernando Díez de Medina. Destacan en este campo sus libros: El Andinismo del Chaco (1935), La Revisión de Nuestro Pasado (1936), El Problema de la Unidad Nacional (1938), Bolivia en el Concierto del Plata (1941), y Don Luis de Fuentes y Vargas y la fundación de Tarija (1975), editada y publicada después de su muerte, entre varios otros escritos.
Sobre su labor comenta Guillermo Francovich: «Ávila ha cultivado principalmente la historia y la política. Piensa que la historia debe robustecer la conciencia popular, vivificar las tradiciones y fisonomizar el carácter del país. […] La tesis fundamental de su obra consiste en que los historiadores bolivianos han venido considerando que la auténtica vida de América comenzó con la llegada de Colón; creyendo, con los ojos puestos en Europa, que ésta debía seguir colonizando espiritualmente a América. Las culturas indígenas no fueron estudiadas por ellos sino como objetos de curiosidad científica, como elementos que debían servir únicamente de telón de fondo las actividades colonizadoras. Con eso, se produjo no sólo una deformación de la historia nacional y un empequeñecimiento de sus cuadros, sino también una mutilación de la cultura boliviana».
Bibliografía consultada:
Ávila Echazú, Édgar, «Prólogo», en Don Luis de Fuentes y Vargas y la fundación de Tarija, Potosí, Universidad Tomás Frías, 1975, pp. 1-5.
Barnadas, Josep, «Ávila y Ávila, Federico», en Diccionario Histórico de Bolivia tomo I, Sucre, Tupac Katari, 2002, pp. 225-226.
Francovich, Guillermo, El pensamiento boliviano en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica, 1956, pp. 100-102.
Autor: equipo de la BPB.
Fecha de publicación: 2023.
Obras del autor
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La revisión de nuestro pasado: ensayos de interpretación y crítica histórica
Narrativa (Ensayo), 1936
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La lectura y el arte de escribir: árboles inseparables del paisaje boliviano
Otro (Escritos), 1936
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El problema de la unidad nacional: del caudillismo bárbaro a la restauración nacionalista
Otro (Informe), 1938
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