Nacimiento:

1676, Potosí (Reino del Perú (actual Bolivia))

Fallecimiento:

1736, Potosí (Reino del Perú (actual Bolivia))

Nacionalidad boliviana:

Por nacimiento

Categorías:

Cronista y maestro de escuela. Nació en 1676 en Potosí, en el reino del Perú, actual Bolivia, y falleció en la misma ciudad en 1736. Documentos parroquiales de la Catedral de Potosí, que encontró el investigador Mario Chacón permiten establecer que el cronista fue hijo de Mateo Arzáns Dapifer y de María Jordana Castro. Los historiadores Teresa Gisbert y José de Mesa refieren que sus abuelos llegaron a Potosí en 1643 con un niño de 8 años nacido en Sevilla, Andalucía. Tanto los abuelos, como el padre del escritor, fueron azogueros de la Ribera. Arzáns prefirió dedicar su labor a la revisión de viejos manuscritos y a la enseñanza escolar.
En mayo de 1701 contrajo matrimonio con Juana de Reina y Navarrete, natural de La Plata (Charcas), hija de Alonso de Reina y María Santos de Lara. Con ella tuvo un único hijo: Diego. Su viuda murió anciana con más de ochenta años y fue enterrada el 27 de abril de 1741 en la Matriz. El nombre del autor de la Historia de la Villa Imperial de Potosí no se ha resuelto de manera definitiva, pues usó indistintamente cinco apellidos: Arzáns, Dapífer, Martínez, Orsúa y Vela. Estos cinco apellidos nunca aparecieron juntos. Con base en las investigaciones de Mario Chacón, y poco antes de la impresión de la edición integral de la Historia, en 1965, auspiciada por la Universidad de Brown, el editor Lewis Hanke optó por afirmar que «parece razonable llamar a nuestro historiador Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela mientras salen a la luz otras pruebas». En el Diccionario Histórico de Bolivia, editado por Josep Barnadas, Mario Araujo Subieta, reconfirma los apellidos Arzáns de Orsúa y Vela, pero advierte que su nombre exacto «parece haber sido B. A. Castro Dapífer». El nombre de pila de don Bartolomé no sufrió modificaciones en las fuentes documentales consultadas por Chacón, pero sí muta en distintas oportunidades: Arzáns Dapifer, en su acta matrimonial, Martínez Vela, en el padrinazgo de un bautismo, Martínez de Orsúa, en el matrimonio de su hijo Diego, y Orsúa y Vela, en su acta de defunción. De manera similar, en la edición de versiones de sus obras, se le ha atribuido el nombre de Nicolás, en sustitución de Bartolomé. La confusión entre ambos nombres no ha sorprendido a los investigadores, quienes señalan que se trata de la misma persona. El error se explica en la extendida costumbre colonial de anteponer, a casi todos los potosinos, el nombre de Nicolás al propio.
Arzáns pasó toda su vida en Potosí y apenas abandonó una vez su ciudad natal, para visitar la vecina La Plata, en compañía de un amigo. De niño, visitó los sitios mineros de Chayanta y Villacota. También conoció los rigores de la explotación minera en el cerro de Potosí. Ayudó a cuidar de los enfermos y a enterrar a las víctimas de la gran epidemia de 1719, en la que murieron 20.000 pobladores de la urbe potosina. Pese a ser criollo, hijo de españoles, tenía gran aprecio por los indios, uno de los cuales, Pablo Huancani, era su compadre.
Al final de sus días, por todo el caudal de información histórica que había acumulado, sus contemporáneos lo consideraban una fuente de saber. Hanke destaca que parece que hasta pronunciaba discursos con motivo de ceremonias especiales, como ocurrió en el estreno de una maquinaria metalúrgica.
Los investigadores de su obra concuerdan en que Arzáns no era historiador, no escribió su obra por encargo, ni la dedicó a altas autoridades en América o España con el fin de ganar réditos. Su impulso fue más bien el amor por su ciudad y el mítico Cerro Rico.
El apego al terruño lo hizo crítico de las actitudes y abusos de los peninsulares, pero sin dejar de permanecer leal a la corona española. Reivindicó a los criollos y se enfurecía por el menosprecio del que eran objeto. Su visión de la declinación en la explotación de la plata y la relación de la vida desenfrenada de los potosinos con la decadencia del brillo y gloria de la rica Potosí, imprimió en su Historia un enfoque moral, de culpa y de condena por el alejamiento de los pobladores de las directrices divinas. Escribir el texto le granjeó enemigos y peligros. Pese a su reserva, los fragmentos de su manuscrito comenzaron a conocerse poco después de iniciada la empresa, pues algunos clérigos accedieron a ellos y los emplearon incluso en sus sermones para reprochar la conducta belicosa y pecaminosa de los pobladores.
Arzáns tomaba la previsión de escribir su obra en secreto, pues su contenido era peligroso, al denunciar la corrupción oficial. Muchas autoridades temieron que incluyera información inconveniente sobre ellos y sus allegados. Un afectado advirtió al cronista de que lo mataría por escribir sobre las actividades corruptas de un juez que era su pariente. El potosino sorteó la amenaza escondiéndose por un tiempo. Otro funcionario real amenazó con destruir tanto al historiador como su Historia, por revelar sus anómalas prácticas administrativas. Dichas amenazas son uno de los posibles elementos para la larga desaparición del manuscrito de la obra mayor de Arzáns, a la muerte de su hijo Diego.
La ocupación simultánea de Arzáns como maestro de escuela fue revelada por su alumno Bernabé Ortega y Velasco, en un informe requerido por autoridades españolas sobre la existencia de la Historia. Este documento también fue vital para establecer el nombre del cronista, la existencia de la obra, de las que un manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional de España, en Madrid, y otro en la Biblioteca de la Universidad de Brown, en Rhode Island, Estados Unidos. El Informe también permitió establecer la diferencia entre su primer texto, los Anales, y la Historia.
Arzáns era autodidacta, pero, lejos de ufanarse de su autoformación, lamentaba su falta de preparación académica y su ignorancia del latín, causa de su «mal limada prosa y estilo». En contraparte, destaca Hanke, admitió ser un buen aritmético, y aficionado a las corridas de toros. El potosino es autor de dos obras: Anales de la Villa Imperial de Potosí, en la que da cuenta de los sucesos acaecidos en su ciudad natal hasta el año 1702 y la Historia de la Villa Imperial de Potosí, con las riquezas incomparables de su famoso cerro, grandezas de su magnánima población, sus guerras civiles y casos memorables. La última es un manuscrito monumental que se remonta hasta el imperio Inca, antes de la llegada de los españoles a lo que se conocería como Nuevo Mundo, y se interrumpe en 1736, por la muerte del autor. Un fragmento mínimo del texto fue continuado por su hijo Diego. Según el propio Arzáns, estaba concluyendo otro manuscrito: Nueva y general población del Perú, pero hasta la fecha no se ha encontrado datos sobre su paradero.
La Historia de Arzáns fue escrita a lo largo de 31 años, desde 1705, aunque su preparación parece iniciarse con la reunión de manuscritos y otros documentos en 1702, después de su matrimonio. Para entonces, el autor habría esbozado una relación cronológica. Hanke apunta que la primera parte de la labor fue tan intensa que, hasta 1708, el cronista había completado la relación de 140 años (1545 a 1736) de un total de 190 de la Historia. Este período parece coincidir con la redacción de la desaparecida Nueva y general provincia del Perú. La continuación del relato histórico, que cubre los años 1708 a 1720, se efectuó con un ritmo más pausado. En los últimos 15 años de confección del texto se advierte una redacción de corte testimonial y cronístico, en la que el autor da cuenta de los acontecimientos que se desarrollaban en la Villa Imperial, a medida que se producían. Parte del texto, esencialmente en la recopilación documental anterior a los hechos testimoniados por el autor, se apoya en algunos textos de autores considerados ficticios, pues los documentos citados por el cronista no han sido encontrados. La mezcla de estos fragmentos y de historias milagrosas y relatos fantásticos hacen que Arzáns sea considerado no solo un cronista, sino el fundador de la literatura boliviana.
Gisbert y Mesa resaltan que la obra de Arzáns es la única historia altoperuana que se escribe entre 1650-1750, por lo que es una fuente imprescindible para los historiadores de la época colonial. La publicación del texto completo de la Historia, terminó con la percepción previa de que el texto era una simple sucesión de hechos, mitos y relatos fantásticos para más bien considerarlo un referente para entender las relaciones entre españoles, criollos, mestizos e indios en el Potosí virreinal. La obra, entonces, no puede ponderarse bajo el cliché del rigor de la historia, pero tampoco debe ser considerada como un compilado de fantasías que careciera de base histórica.


Bibliografía consultada:
Arzáns, Bartolomé, Historia de la Villa Imperial de Potosí. Por Bartolomé Arzans de Orsúa y Vela, edición de Lewis Hanke y Gunnar Mendoza, Providence (Rhode Island), Brown University Press, 1965.
Barnadas, Josep, Diccionario Histórico de Bolivia, Sucre, Grupo de Estudios Históricos, 2002.
Chacón, Mario, Documentos en torno a Bartolomé de Orsúa y Vela, Instituto de Investigaciones Históricas Villa Imperial De Potosí, Universidad Tomás Frías, serie IX. Literatura. Cuaderno nº 1, Potosí, 1960.
Mesa, José y Gisbert, Teresa, «Arzáns de Orsúa y Vela. El historiador potosino del siglo XVIII», en Khana. Revista Municipal de Arte y Letras año XXII, vol. I, n° 44, septiembre, La Paz, 1991.


Autor: Sidney Torres Tejerina
Fecha de publicación: 2023.

  • Historia de la Villa Imperial de Potosí (3 vols.)

    Narrativa (Crónica), 1965

  • Potosí Colonial. Tradiciones y leyendas

    Narrativa (relato), 1995

  • Historia de la Villa Imperial de Potosí

    Narrativa (Crónica), 2012